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jueves, 19 de marzo de 2015

Atentando cultural del Ayuntamiento de Lima

"El alcalde de Lima (Perú), Luis Castañeda, alcalde de Lima, ha emprendido la progresiva destrucción de los murales del centro histórico de Lima en este mes de marzo de 2015. Son alrededor de 60 obras que artistas peruanos y extranjeros que se reparten por distintos lugares de la capital peruana, pintados en 2012 y durante el Festival Internacional de Arte Callejero Latidoamericano de 2014.
La causa de fondo de esta decisión es eminentemente polícita. Todo ese patrimonio artístico se realizó durante el mandato de la anterior alcaldesa Susana Villarán, con la creación de la Escuela de Arte Urbano. Por tanto, refleja la rivalidad política y el interés de borrar la huella pública del anterior gobierno municipal, marcar la diferencia y además de promoverse propagandísticamente al cubrir los muros con pintura amarilla, el color que identifica a su partido Solidaridad Nacional.(...)"
del Blog de Fernando Figueroa 


SOLIDARIDAD Y LUCHA

Los abajo firmantes, miembros del Espacio de Convergencia Política MAC (Muralismo Argentino Contemporáneo) nos solidarizamos con el colega muralista Olfer Leonardo, y con todos los creadores de arte público que están siendo víctimas de las políticas arbitrarias y represivas que destruyen obras que ya son parte del imaginario estético de la comunidad de Lima, de Perú y de todos los hermanos latinoamericanos.
Consideramos agraviantes las acusaciones que recibiera el colega Olfer, por parte del Alcalde de Lima, que tienen finalidades difamatorias y distractivas, ocultando el verdadero plan de “limpieza selectiva” de las expresiones de arte público que pueden causar un pensamientos crítico y reflexivo sobre las realidades políticas y sociales en las ciudades que son gobernadas por el “entronque amarillo”; clara propuesta de la derecha alineada con EEUU, y que llega a los países que buscan igualdad y emancipación , con una pseudo propuesta cívico progresista, desde amarillismo de Capriles, pasando por varias ciudades latinoamericanas hasta el PRO de Macri en Buenos Aires.
Asimismo hacemos un llamamiento a la unidad de todos los trabajadores muralistas en contra de las agresiones y amenazas de invasión que sufre nuestra hermana Venezuela, y que se extiende a todos nuestros pueblos como una típica acción del imperio, donde se pretende “corregir” y disciplinar a los que pretendan ser o soñarse libres.
A través del muralismo luchamos y hablamos, los pinceles y la pintura son nuestras armas: nuestra lucha no destruye; crea y procrea, suma voluntades, interpela, organiza , genera consenso, y deja sonrisas a su paso.
A esto le temen, ésto es lo que la vocación destructora de la derecha odia. 
El Arte no puede estar al margen de los acontecimientos, pues se nutre de ellos.- Destruir obras de arte público por su debido compromiso con la realidad es un crimen que dialoga con la intolerancia y la brutalidad de una clase dirigente perteneciente al “mal gobierno”.- Acusar a los artistas de subversivos es parte de esa lógica colonial, impuesta a golpes y despojos, y reproducida por generaciones sin lectura, sin poesía, sin alma.
Por una Latinoamerica unida y libre, por el reconocimiento del Trabajador Muralista en las políticas culturales y de producción, por leyes que defiendan el patrimonio cultural tangible e intangible de nuestro pueblos, solicitamos, exigimos: La reparación de la obras dañadas y la restitución de los murales destruidos por la política destructiva y nada dialoguista de la Alcaldía de Lima.


Espacio de Convergencia Política MAC ( Muralismo Argentino Contemporáneo)
Adhieren:
Fernando Calzoni- Taller Jaguar Azul- Corrientes
Marcelo Carpita- Grupo “Taller Gambartes”- Buenos Aires
Bernardita Sempio- Grupo "Taller Gambartes"- San Miguel
Melina Ruiz- Grupo "Taller Gambartes"- Lanús
Silvana Golfarini- Grupo "Taller Gambartes"- Buenos Aires
Rubén Minutoli- Muralista -Quilmes.
Pablo López- Grupo Cimarrones.- Avellaneda
Ignacio Soneira Grupo Cimarrones- Bueos Aires
Sebastián Mulieri- Grupo Cimarrones- Buenos Aires
Gabriel Quipildor- Muralista- Quilmes
Eric Chareun- Red Sudakas- San Miguel
Leo Olivera- Red Sudakas- Buenos Aires
Andy Riva- Muralista, ilustrador. Buenos Aires
Leopoldo Ortiz- Muralista- Hurlingham.
Gerardo Cianciolo- Grupo Murosur- Colectivo Carpani. Buenos Aires
Graciela Fernández- Colectivo Carpani.Buenos Aires

Cuando la emancipación cultural es cuestión de "suerte"

Así fracasó el muralismo en Colombia

“Encuentros México-Colombia” reúne 100 obras de grandes artistas de los dos países. Una de las historias de fondo es la mala suerte que tuvo aquí esta técnica.
Por: Juan David Torres Duarte

Encuentros México-Colombia, la muestra que el Museo Nacional abrió el 12 de marzo, tiene entre su inventario cuatro obras de los mexicanos David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera. Los tres son recordados en México, sobre todo, como muralistas y a la vez como defensores de cierto impulso social: a través de sus murales, los tres pretendían tener una relación pedagógica con el pueblo. Querían enseñarle la historia y también las vicisitudes del presente.
En México, el muralismo tuvo un éxito amplio. En las principales oficinas públicas, en los lugares por los que todos los ciudadanos pasaban, las imágenes sobre su pasado y su devenir, con toda su carga política y sus figuras poco ortodoxas, se volvieron comunes. En los años 30 el muralismo ya era un movimiento consolidado en México. En Colombia los críticos conservadores destrozaron los primeros intentos en la materia y asesinaron el nuevo arte cuando apenas nacía.
En el fondo era una cuestión de poder. Por eso Laureano Gómez denigró del muralismo. Cuando el pintor Pedro Nel Gómez realizó nueve murales en las instalaciones del Palacio Municipal en Medellín, en 1934, Gómez escribió: “un pintor colombiano ha embadurnado los muros de un edificio público en Medellín con una copia y servil imitación de la manera y los procedimientos del mexicano (se refería, tal vez, a Diego Rivera). (...) Una ignorancia casi total de las leyes fundamentales del diseño y una gran vulgaridad en los temas, que ni por un momento intentan producir en el espectador una impresión noble y delicada”.
En su trabajo previo, Pedro Nel Gómez había mostrado cierto interés por las temáticas sociales, que se trasladó a sus murales. Sus formas no eran comunes (atentaban contra el canon) y su ideología era despreciada (atentaba contra la moral pública). “El pintor y el medio social chocaron por los prejuicios ideológicos, estéticos y políticos que se mezclaban, pero lo que más les molestaba a los críticos y espectadores era que Pedro Nel Gómez adoptaba el punto de vista de la izquierda”, escribe Rodolfo Vallín Magaña en La pintura mural contemporánea en Colombia.
Detrás del trabajo de los muralistas estaba también la Revolución rusa; la perspectiva política de muchos de ellos estaba empapada de bolchevismo y apoyo al proletariado. Laureano Gómez no quería que esos valores trascendieran las fronteras: una cuestión de controlar el poder. Con frecuencia atacó a los artistas colombianos que no se limitaban a los preceptos de la escuela clásica, representada en Colombia, hasta cierto punto, por la Escuela de Bellas Artes. “Por razones políticas, el muralismo en Colombia tuvo un desarrollo tardío, cuando en otros países del continente era una expresión del pasado”, escribe Juan Luis Mejía Arango, miembro del comité cultural del Grupo Sura, en el catálogo de esta exposición. Aunque por entonces se había terminado el reinado conservador con la presidencia de Enrique Olaya Herrera, y con la posterior Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo, en el arte colombiano predominó una perspectiva ortodoxa.
Pedro Nel Gómez, que era cercano a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros, no fue el único muralista rechazado por una pura razón política o por desdeñar el canon. El antioqueño Ignacio Gómez Jaramillo, pintor y dibujante, se largó a Europa en los años 30. En 1936 el gobierno colombiano lo envió a México para que conociera el movimiento muralista. El presidente López Pumarejo había visitado México y en Colombia tenía planeada una reforma de la Escuela de Bellas Artes: Gómez Jaramillo era parte de esa mudanza del arte.
A su vuelta fue encargado de pintar murales en el Teatro Colón y el Capitolio. Ejecutó las obras Invitación a la danza, La liberación de los esclavos y La insurrección de los comuneros. El Concejo de Bogotá se opuso a todas ellas: dijo que atentaban contra la moral pública. La escritora Emilia Pardo Umaña, como referencia Mejía en su texto, escribió: “Nuestros influenciados mexicanos han querido transportar a nuestro medio esa concepción socialista del arte, que es espantosa, y desgraciadamente han logrado que en las esferas oficiales se les dé un valor que no tiene”. Otro más dijo: “Gómez Jaramillo ha embadurnado las escaleras con unos monigotes indecentes”. Fue justamente Laureano Gómez quien logró que los frescos fueran cubiertos por más de diez años.
También el olvido, bien común de las artes y la política, dejó atrás un mural que Débora Arango realizó en la Compañía de Empaques en Medellín. Arango siempre quiso ser muralista y estudió en México con ese objeto. La enfermedad de su padre la obligó a volver y prácticamente la alejó del muralismo. Sin embargo, este mural, que representaba a un grupo de campesinos recolectando, fue relegado por años hasta su reinauguración, cuando Arango ya estaba en su vejez. Muchos otros muralistas criticaron a Arango (entre ellos Gómez Jaramillo), tal vez por su origen conservador. Pero también la curia católica en Medellín supo atizar sus invectivas contra ella. Cuando la invitaron a mostrar su trabajo en Bogotá, su padre le dijo: “Váyase, llévese los cuadros, que tal vez allá no la critiquen tanto”.
MURALES DE PEDRO NEL GOMEZ





sábado, 7 de marzo de 2015

Octubre 2013: Los artistas del pueblo...

...creen que pueden morirse cuando quieren. Nunca se dan cuenta que en un momento de su obra ya no mueren, solo se van maleducadamente sin decir nada, sin despedirse de todos, como cuando uno se está yendo de una peña, que empezaría a despedirse uno o días antes. Y de repente te acordáste y resulta que te fuiste...pero estás.

Mario Martinez

Chau maestro, nos quedó ese vino y ese mural pendiente, allá, en tu Santiago del Estero.







martes, 3 de marzo de 2015

Raquel Tibol

Alberto Híjar Serrano 
Supe que su nombre oficial era Raquel Rabinovich Grayevsky cuando hubo que hacerle recibos por sus brillantes participaciones en el Curso Vivo de Arte. Su participación entusiasta en ese proyecto cumplido de enfrentar directamente a las obras para evitar las efusiones líricas y las reducciones formalistas y espiritualistas entonces ejercidas por los patriarcas del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, dotó a nuestros ciclos de los sesenta y setenta de prestigio bien necesario porque osamos incluir en los ciclos conjuntos hospitalarios, escolares, religiosos variados y no solo católicos y hasta las cárceles. El arte quedaba así reducido a una parte significante de afectaciones urbanas. Raquel explicó exposiciones de artistas en activo para contribuir a superar el defecto de las visitas del INAH y de los santones del IIE de limitar la atención al pasado prehispánico, virreinal y cuando mucho, al siglo XIX. Alguna vez comentó Raquel la dignidad del trabajo del Curso Vivo con todo y su modesto lugar en la difusión cultural universitaria. Igual dijo al agradecer el homenaje ofrecido por el IIE al acentuar que todo lo recibido y bienvenido fue trabajo que siempre cumplió a tiempo y con excelencia, sin alardes de diva cultural.

Decisivo para mi, fue su invitación para sustituirla en la sección de artes plásticas de la revista Política, prestigiada publicación dirigida por Manuel Marcué Pardiñas, mientras ella se encargaba de organizar la redacción total de la revista, tarea a la que se incorporó su compañero de vida Boris Rosen, un sabio estudioso poseedor de tesoros hemerográficos del comunismo que en la Fundación Jorge. L. Tamayo ordenó documentos del liberalismo mexicano y editó la obra de personajes como Francisco Zarco. Excelente pareja de trabajadores de la cultura. Alguna vez, Boris me telefoneó para decirme amablemente que aceptara agregar unas líneas a mi nota sobre el Premio Nobel a Miguel Ángel Asturias, porque había que decir que andaba de embajador en París de la dictadura guatemalteca. Por supuesto acepté y agradecí.

Raquel iba y venía a congresos en Cuba y su talante crítico le ganó afectos positivos y negativos. Luego decidió hacerla de intolerante y ostentarse como tal públicamente para espantar al burgués que todos llevamos dentro. Yo tuve un arma secreta, porque un buen día me confesó su desagrado cuando me comía las uñas, práctica que alguna vez usé en mesa redonda para descubrir que los efectos empeoraban su furia discursiva. Lo importante es que siempre sustentó sus criticas en una envidiable precisión histórica con antologías de documentos de primera mano perfectamente ordenados y anotados. Sus archivos son un tesoro de información clasificada y seguramente son variados y complejos. Ojalá el consorcio Soumaya no los separe por temas y si lo hace, permita que la complejidad dialéctica de una intelectual muy bien organizada, den razón de sus saberes articulados, incluyendo los producidos durante la gira a Europa con la Compañía Nacional de Danza. Hay en esto una dimensión internacionalista siempre del lado de construcción del socialismo y algo de esto se vislumbraba en su orgulloso acento, síntesis nuestramericana. Mantuvo su apoyo al pueblo palestino pese a que un comunicado público firmado por ella, Boris Rosen y Enrique Semo, causó una golpiza a Semo en plena calle por canallas incapaces de asimilar que haya judíos contra los crímenes del Estado de Israel. Este trio probó su alta calidad intelectual en la revista Historia y Sociedad donde Raquel y un poco yo como parte del Consejo de Redacción incluimos ilustraciones gráficas con un breve texto explicativo.

En 1961 y con Ruth Rivera al frente de la Dirección de Arquitectura del INBA, Salvador Pinoncelly y Ramón Vargas organizaron la serie Cuadernos de Arquitectura, fuente primordial de la memoria de la modernidad. Raquel colaboró y aportó importantes textos, años después, a la Revista Cali.

En 1965, el llamado con humor Grupo Polignos por sus múltiples saberes y las dobles profesiones de sus integrantes José de Jesús Fonseca, Alberto Híjar, Oscar Olea, Salvador Pinoncelly y Ramón Vargas, organizamos un ciclo de crítica a la crítica en la extinta Escuela Nacional de Artes Plásticas. Hubo promesa de publicación no cumplida ante el escándalo gremial por hacer ver las limitaciones teóricas de Justino Fernández, Paul Westheim, Jorge Juan Crespo de la Serna, Miguel Bueno. Central en la crítica a Raquel Tibol es mi señalamiento del capitulo “Al margen de la Academia” en su Historia del arte moderno y contemporáneo en la publicación producida por Pedro Rojas, miembro del IIE, profesor de Filosofía y de la Normal, director de Radio Universidad y secretario del Secretario General de la UNAM, quien se dio tiempo para hacer una colección de arte de la UNAM donde Raquel publicó su primer libro sobre Siqueiros. “Al margen de la Academia” daba a entender como centro de la producción artística y la formación estética a la institución clave del poder significante colonizador. Boris Rosen fue a oir mis razones y muchos años después, Raquel publicó un excelente estudio sobre Hermenegildo Bustos, figura emblemática de la apropiación de la formalidad académica para significar la ruralidad. Esto cuando había superado su adhesión a la Escuela Mexicana y sus epígonos y había orientado sus reflexiones hacia la obra de Rufino Tamayo. Coincidimos como jurados y desde fines del siglo XX, advirtió que no la invitarían más ante la escalada de los posmodernistas dispuestos a premiar cualquier vacilada. Recuerdo su tierna respuesta a mi abandono de la redacción del acta de premiación de la obra para ganar un viaje a Managua a celebrar un aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista. Ganó Atilio Tuis sin que yo interviniera porque era miembro distinguido del Taller de Arte e Ideología, llegado desde Udine de donde emigró su familia a Luján en Argentina donde consiguió una beca a México para estudiar restauración, estudios que abandonó. El caso es que había llegado a la Embajada Nica donde estábamos, un grupo de niños con leucemia y uno de ellos lloraba inconsolable hasta que lo cargue y me pidió conservar su cuerpo doblado sobre su cintura para aliviar el dolor. Ya no me moví durante gran parte de la noche hasta que llegó la ambulancia para llevarlos al Centro Médico y nos separamos llorosos. Raquel entendió perfecto mi ausencia del último paso del jurado, no dijo nada y redactó el acta con su habitual dominio del español.

Nos veíamos poco. No frecuentamos cocteles y recepciones. La encontraba para prestarle mis transparencias de las puertas de madera tallada de la biblioteca de la Universidad de Guadalajara semejantes a las de Chapingo. En una exposición de Fanny Rabel en la Casa de la Primera Imprenta, me regañó porque atendí a Fanny que me pidió ayuda para descender la escalera por su propio pie, mientras Raquel vigilaba el tránsito peligroso desde su silla de ruedas. Me entero ahora de que Fanny y Raquel se apellidaban igual y se decían primas en secreto. En una fiesta de la Embajada de Bolivia en un salón de la Marina en Chapultepec, me hinqué frente a ella que recibía gustosa los saludos de todo mundo en el centro del salón. Le pedí su bendición y me la dio riendo mientras yo besaba su mano.

3 marzo 2015

Con Raúl González Camarena

Con Pablo O'Higgins, Adolfo Mexiac y Leopoldo Méndez en el TGP

Con Rufino Tamayo

Con David Alfaro Siqueiros

Otra info:
De paseo con Raquel Tibol por el arte mexicano  por Alejandro Ipiña - 15-08-2013