En el Encuentro de San Cosme conocí al maestro Miguel Hachem, al ratito nomás estabamos hablando de esta teoría que lo viene martirizando, la del choreo cibernético de su imagen por parte de mi amigo Lucas Quinto. El maestro Miguel me contaba sobre su búsqueda estética incorporando la gráfica decorativa sobre la piel de su imágenes humanas (de gran belleza, por cierto)
Le comenté que a Lucas lo conozco hace un tiempo, y un poco mas también, y que no es de andar robando imagen por ahí, y que en cualquier caso debe haberle quedado en la retina (como a mi) los extraordinarios murales del Gonzalez Camarena, maestro de la segunda generación de muralistas mexicanos. Reconoció no conocerlo. También le comenté sobre el texto de Rodolfo Kusch sobre "La ratería sagrada" y como la asocio a ese hurto cariñoso que hacemos los que nos estamos educando día a día en el arte de la representación por imagenes. Tampoco lo conocía pero le gusto la idea.
Puedo decir que no somos (Lucas y yo) originales, pero si originarios. Encontrar nuestros origenes es muy fácil. Somos aquellos que se formaron con las deformaciones de otros. Somos los que tuvimos que elegir a nuestros maestros mirando libros, tratando de decifrar la clave de la emoción que nos producía su obra, desde Carpani a Siqueiros, desde Attila a Diomede, pasando por Castagnino, Portinari, Orozco y Guayasamín.
Somos aquellos que no nos atrevimos a firmar un mural hasta que nos convencimos que lo que hacíamos no era original por su forma, sino por su contenido.
En mi vida sólo conocí a dos autodidactas: Uno era un paisano que cuidaba caballos en un campo y que de tanto verlos se le dió por dibujarlos, y lo hizo, y bien, bien originales. El otro es Oscar Lucero, un hachero del monte pampeano que devino en escultor cuando empezó a "rescatar" la imagen que veía atrapada en un tronco. Un tipo más que original, pero cuando le nombre a otros escultores que hacían lo mismo estalló de alegría al no sentirse solo con esa emoción. Todos los otros aprendimos de alguien o "choreamos" en el peor de los casos de nuestro paradigmas.
Siguiendo la charla con el maestro Miguel Hachem le comentaba sobre la obra de George Mathieus (años 60), su búsqueda a través de la gráfica japonesa y su propia firma; y la proximidad estética con los "tags" de los graffiteros neoyorquinos (años '70-'80) (minimizando posibilidades de apropiación de ideas o imagen).
Existen puntos de coincidencia en muchas culturas, donde las imágenes pueden tener significados diferentes pero sus estéticas son similares. Y si existen en las culturas es que primero existen en las personas, y cuando esta existencia queda impregnada en el imaginario colectivo es comunicación. Nos comunicamos con las imágenes, pero no decimos lo mismo.
Lucas escribe en el cuerpo de sus seres, dice cosas, no las decora.
Creo que ahí está la diferencia.
M.C.
4 comentarios:
¡Es verdad, Camarena! Y sobre Lucas estaba pensando algo parecido.Creo que en él las guardas mapuches implican, ante todo, tomar partido.
Lo de la originalidad es complejo...
Picasso decía que el pintor, en el fondo, es un coleccionista que quiere armarse una colección pintando los cuadros de los otros que le gustan. Y a medida que va pintando eso se vuelve otra cosa.
Excelente, cato, creo que nunca estuve mas de acuerdo contigo
si, la unica cagada talvez es que por este kilombo de pago chico no lo invitaron a lucas al encuentro, cosa que a mi entender merece.
somos inmaduros todavia.
Estimado anónimo. Por lo que veo no conoces el ámbito de los encuentros de muralismo. Los organizadores deciden a quién invitan y a quién no, mas allá de estas polémicas. Particularmente a mi no me invitan a ninguno, salvo los que organizan mis amigos del NEA y de Godoy Cruz (y hasta ellos deciden no invitarme a algunos, eso es madurez?), y no me preocupa en lo mas mínimo. Cada organizador tiene el derecho y la obligación de hacerse cargo de la estética que quiere para su lugar. Esto es irreprochable pero es discutible.
Publicar un comentario